domingo, 9 de febrero de 2025

Desde el silencio

 

Lo habitual es el ruido, sobre todo en esta urbe que alberga a los oriundos y a los que llegaron. La sensación de ser el hombre de la multitud es frecuente: pertenecer y no pertenecer, o no saber exactamente adónde se pertenece; pero la peor sensación de desarraigo es la propia, es decir, no sentir las raíces que nos anclan a uno mismo. Quizás estas sensaciones y pensamientos resulten raros para muchos, quizás haya unos cuantos que admitan haberse sentido así en algún momento. No obstante, trastabillar es algo natural, pues la sensación permanente de seguridad evitaría el avance.

            Cada día entre las sábanas dejamos minúsculos pedazos de piel, alimentamos ácaros como después alimentaremos gusanos; las células se regeneran y esa pérdida diaria pasa desapercibida. Muerte y vida, muerte en vida, al igual que ruido y silencio son palabras antónimas que más bien funcionan como oxímoron: el silencio también comunica. No se trata de no encontrar las palabras precisas para decir, de incapacidad de hablar, sino de otra forma de tender el puente hacia el otro: estar callado. Sin embargo, la quietud asusta, detona el estado de alerta, descoloca a quien está acostumbrado al mundanal ruido. El silencio construye o destruye, es un fuerte o una almohada.

            Hablar o callar son acciones de vital importancia para Espíritu, el resiliente protagonista de En la oscuridad de su vientre, primera novela de Claudia Fulgencio, en la que con pericia escoge las palabras para contar la historia de un hombre de mediana edad que se enfrenta a dos circunstancias: verbalizar un secreto para poder liberarse y cruzar el margen en el que se mantiene. La primera es el hilo conductor de la novela, el lector acompaña a Espíritu en su viaje al interior de sí mismo cuya última parada es dolorosa pues, como a miles de personas, la infancia le fue arrebatada de la forma más cruel posible: el abuso. Este es un acto de suprema violencia ya que la víctima tiene que vivir con eso. El tema de la novela es desgarrador, sin embargo, la novelista es cuidadosa y amable tanto con el personaje como con el lector, de este modo, el silencio de Espíritu se transforma en su forma de comunicación… y entonces pensé en todo lo que deliberadamente decidí callar, pensé también en el gran poder de la palabra, en cómo la elección de contar o no nuestras experiencias a los otros nos fortalece o nos vulnera. Espíritu recorre el viaje del héroe; cada uno de nosotros hace su propio viaje del héroe mientras vive. La segunda circunstancia, salir del margen o no, también es una decisión difícil y requiere de valor y fidelidad a las propias convicciones, no se trata de quedarse en la zona de confort, sino de estar en sintonía con lo que se quiere y lo que se tiene; ser feliz con poco es un don, es tener la capacidad de apreciar el gran valor de todas las cosas, cualidad cada vez más escasa.

            En esta novela cada palabra tiene su peso exacto, es decir, hay que pensar en el significado denotativo pero también en el connotativo; vientre no sólo se refiere al viaje interior del protagonista, sino también al seno materno, es un volver al origen en sentido metafórico y literal a través de la reconciliación con la madre. Esta relación, como bien advirtió Freud, es el origen de todo lo que nos sucede en la vida y es la madre quien nos conoce mejor que nadie porque nos gestó; escucha nuestros silencios. La conexión con otro ser humano capaz de permanecer en silencio es tan asombrosa que nos engancha, estar juntos y dominar la pulsión de llenar el vacío con palabras, que mal elegidas pueden estropear el momento, es algo sin igual. En la oscuridad de su vientre es una invitación a escuchar nuestro propio silencio.

 

 

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